La alta capacitación es una característica única que a menudo moldea la forma en que las personas perciben e interactúan con el mundo. Para los terapeutas, entender la superdotación es crucial, ya que influye en el desarrollo cognitivo, social y emocional de maneras que no siempre se alinean con las expectativas tradicionales. Las personas con estas característica, tanto niños como adultos, a menudo experimentan el mundo con una sensibilidad aumentada, una profundidad intelectual y un conjunto único de desafíos que pueden llevar a luchas emocionales y sociales. Desafortunadamente, muchos terapeutas no están capacitados para considerar estos matices, lo que lleva a posibles malentendidos o diagnósticos erróneos.
Los niños con altas capacidades aprenden con mayor rapidez, piensan más profundamente y sienten más intensamente que sus compañeros. Esta capacidad aumentada a menudo viene acompañada de una asincronía emocional y de desarrollo, donde las capacidades intelectuales superan con creces su crecimiento social y emocional. Pueden sentirse aburridos y frustrados en aulas que no pueden satisfacer sus necesidades, luchar por encajar con sus compañeros o experimentar una intensa presión para cumplir con sus propias altas expectativas. Estas experiencias pueden llevar a un tumulto emocional, como ansiedad, depresión o sentimientos de aislamiento. La falta de conciencia sobre la alta capacitación en los entornos educativos a menudo significa que muchos niños permanecen sin identificar, especialmente aquellos que ocultan sus habilidades para encajar o aquellos con condiciones de doble excepcionalidad como TDAH o discapacidades de aprendizaje. Esta subidentificación es particularmente prevalente entre los grupos marginados, creando una brecha donde aquellos que más necesitan apoyo a menudo están desatendidos.
Para los adultos, la alta capacitación continúa desempeñando un papel significativo a lo largo de sus vidas. Muchos adultos superdotados buscan terapia debido a desafíos de larga data, incluyendo el aislamiento social, el perfeccionismo o el aburrimiento en sus carreras. Su mayor conciencia y sensibilidad pueden crear desafíos únicos en las relaciones, los entornos laborales y durante las transiciones de vida. Para los adultos mayores, la jubilación puede traer dificultades adicionales si luchan por encontrar propósito o conectarse con compañeros afines, a veces llevando a la depresión.
Un terapeuta que trabaje con personas con altas capacidades debe estar dispuesto a comprender las necesidades cognitivas, emocionales y sociales específicas de sus clientes. Este perfil puede amplificar tanto las fortalezas como las vulnerabilidades, y entender esta dinámica resulta clave para ofrecer un apoyo efectivo. El objetivo debe ser crear un espacio terapéutico donde quienes tienen altas capacidades se sientan vistos y comprendidos, y donde se valide su intensidad intelectual, profundidad emocional y visión singular del mundo. De este modo, los profesionales pueden ayudarles a afrontar sus complejidades, gestionar sus sensibilidades y, en última instancia, desarrollarse plenamente en un entorno que no siempre responde a sus necesidades particulares.
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