Es fácil encontrar conceptos erróneos sobre los niños y adolescentes con altas capacidades intelectuales. Estas creencias, a menudo basadas en mitos, no solo distorsionan la realidad, sino que también afectan el apoyo que estos niños reciben para desarrollar plenamente su potencial.
Un mito común es pensar que estos niños son autodidactas en todas las circunstancias, aprendiendo por su cuenta sin necesidad de asistencia. Si bien es cierto que pueden mostrar independencia al estudiar, también requieren la guía de un adulto que pueda ayudar a canalizar su curiosidad. Necesitan a alguien que los desafíe a aprender más y mejor, proporcionando un entorno donde se sientan reconocidos y aceptados, al igual que cualquier otro estudiante.
Otro concepto erróneo es que si un niño tiene un alto coeficiente intelectual, inevitablemente rendirá bien en todas las áreas académicas. La verdad es que el rendimiento puede estar influenciado por factores emocionales, familiares, sociales y motivacionales. Además, no es inusual que algunos de estos niños desarrollen talentos específicos, destacándose en ciertas áreas mientras que otras pueden quedar rezagadas. A veces, sus logros evolucionan de manera desigual: un niño puede tener habilidades avanzadas en el lenguaje pero tener dificultades para expresar sus pensamientos por escrito, o puede poseer una alta capacidad de razonamiento pero carecer del vocabulario para comunicar sus ideas de manera efectiva.
La motivación es otro aspecto mal entendido de estos niños. No todo les interesa por igual, y lo que a menudo capta su atención es el grado de desafío que presenta una actividad. Las tareas repetitivas y mecánicas pueden desmotivarlos, ya que estas tareas no satisfacen su necesidad de aprender algo nuevo o resolver problemas complejos.
También hay confusión con respecto a la relación entre inteligencia y creatividad. Aunque algunas definiciones de superdotación incluyen un alto rendimiento creativo junto con la capacidad intelectual, la creatividad no siempre va de la mano con un alto coeficiente intelectual. Hay personas muy creativas con un coeficiente intelectual promedio, y viceversa.
A menudo se cree que la inteligencia permanece estable a lo largo de la vida, pero en realidad, necesita ser estimulada. La inteligencia, como cualquier otra habilidad, se desarrolla y fortalece con el uso y la práctica. Si no se utiliza, puede estancarse; de ahí la importancia de un entorno rico en estímulos y oportunidades de aprendizaje.
En el ámbito social, se dice frecuentemente que los niños con altas capacidades tienen dificultades para adaptarse. Sin embargo, las dificultades sociales no están necesariamente vinculadas a su inteligencia, sino más bien a ciertas actitudes, como la arrogancia, la impaciencia con el ritmo de los demás o la inflexibilidad. Es crucial enseñarles cómo relacionarse con diferentes tipos de personas y manejar sus emociones para que puedan formar relaciones saludables con sus compañeros.
Otra imagen común es la de estos niños siendo solitarios. Si bien es cierto que pueden pasar mucho tiempo absortos en actividades individuales como la lectura o la investigación, esto no significa que siempre prefieran la soledad. Como cualquier niño, buscan comprensión y sufren cuando se sienten rechazados o aislados.
También existe la creencia de que debido a su alto nivel de comprensión, estos niños no necesitan límites. Sin embargo, siguen siendo niños y, como tales, necesitan un marco claro de reglas y límites para sentirse seguros. No tienen la experiencia social para tomar siempre las decisiones correctas, y los adultos deben guiarlos y protegerlos.
Otro mito es creer que el talento es únicamente el resultado de la presión y las expectativas de los adultos. Si bien la estimulación es clave para el desarrollo de habilidades, la base del talento es innata y no puede atribuirse únicamente a la presión o el esfuerzo de los padres. Sin embargo, encontrar un equilibrio es importante, ya que la presión excesiva puede ser contraproducente, llevando a la ansiedad y la frustración.
Finalmente, existe la tendencia a pensar que los niños con altas capacidades se convertirán automáticamente en adultos exitosos y creativos, pero esto no siempre es así. Las oportunidades educativas, culturales y económicas, así como el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, son factores cruciales para ayudarlos a alcanzar su potencial a lo largo de la vida.
Desmentir estos mitos es esencial para entender que estos niños y adolescentes forman un grupo diverso con necesidades únicas. Solo comprendiendo sus características de manera realista podemos proporcionar el apoyo y la orientación que necesitan para crecer felices y desarrollar sus capacidades al máximo.